La autogestión: clave para el desarrollo comunitario

Desde hace varios años me unen vínculos afectivos a la comunidad de La Perla, ya que colaboré con miembros de la comunidad para establecer un negocio de autogestión comunitaria, por lo tanto, me duele que, por un lamentable incidente aislado, toda la comunidad se vea afectada. La Perla es una comunidad que podría servir de ejemplo para muchas otras comunidades marginadas alrededor de la Isla, ya que se ha transformado de ser un arrabal, como era en los años ‘70 y ’80, a ser una comunidad próspera, guiada por la autogestión comunitaria.
La autogestión comunitaria es un proceso en el cual una comunidad se transforma del estancamiento en un círculo de pobreza, a enfocarse en el desarrollo de la comunidad, de manera participativa, con el propósito de mejorar la calidad de vida de cada uno de los miembros de la comunidad.
Mediante la autogestión comunitaria, el grupo se empodera y desarrolla la capacidad para identificar los intereses o las necesidades básicas de su comunidad. Es un proceso eficaz y probado, en donde se destacan los mejores valores del individuo y de los grupos, y los sitúa en una mejor posición para enfrentar y resolver sus problemas comunes, donde la organización social y comunitaria se enfrenta y se apodera de la situación que tiene frente a sí y se da a la tarea de resolver sus necesidades.
El éxito de la autogestión comunitaria depende de varios factores internos como externos. Entre los factores internos se encuentran: la acción participativa de los miembros de la comunidad en la toma de decisiones en el proceso de desarrollo, el esfuerzo comunitario para buscar soluciones que favorezcan las necesidades del grupo, la colaboración y trabajo voluntario para buscar soluciones y la transformación y actitud de los miembros de la comunidad en una de positivismo y enfocada en los logros y soluciones. Entre los factores externos se encuentran el apoyo que la comunidad reciba de las diversas esferas gubernamentales para encaminar el proceso y el conseguir aliados no gubernamentales y de empresas privadas que le ayuden a establecer negocios y en el mejoramiento de estructuras. También debe existir un proceso de educación, formal o informal, para que la comunidad se prepare para asumir sus nuevos roles como empresarios o empresarias. Sin embargo, este proceso no debe ser uno fugaz, debe ser uno de compromiso a largo plazo y de transformación genuina. El gobierno debe ser un ente de apoyo en esta transformación, pero la misma tiene que estar impulsada por la comunidad.
Yo estoy seguro de que, a lo largo y ancho de nuestra Isla, hay muchas comunidades con miembros con el liderazgo y capacidad para empoderarse y transformar sus comunidades, tal y como lo hizo La Perla. Pero nos toca a todos, gobierno, comunidades aledañas y empresa privada, apoyar a estas comunidades para lograr esta transformación. El momento no puede ser mejor, estamos pasando por unos procesos de transformación, ya que a todos nos ha cambiado la vida. Es el momento de enrollarnos las mangas y actuar. ¡La mesa está servida!